Actualización – La pérdida de la inocencia.

Algo así vio el pequeño Leonardo, décadas atrás. Claro que no había nadie que cubriese o que al menos le importase atender el cuerpo del anciano, y que el perro, en lugar de triste, vigilaba alerta los restos de su compañero, como si se tratara de dos guerreros en su última pelea.

Si no tienes la menor idea, lee La pérdida de la inocencia.

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